El 9 al amanecer, vimos tierra desconocida por todos los insignes prácticos que teniamos; porque unos nos consideraban en las Candelarias, y los mas con la Movila, a excepción de dn Joseph Calderón, que afirmó siempre ser la Isla de Sta Rosa, y que estábamos con la Proa a su mediania, como en efecto se verificó: Todo el resto de el dia nos mantubimos paireando, a su vista, con el fin de ocultarnos de la Vigia, y en dar las disposiciones para el desembarco de la Tropa.
Entre 11 y 12 d. n. se verificó el desembarco, de todas las tropas en la citada Isla, a fin de sorprender la batería, que se suponia situada en la punta del Oeste de ella, por ser la que forma la entrada del Puerto—todo el resto de la noche estubimos con bastante cuidado, y se nos aumentó a la mañana con el ruido de mas de 150 cañonazos que se disparaban, a nuestro parecer, hacia el parage indicado; pero luego nos tranquilizamos con la noticia de no haverse encontrado fuerte, ni oposicion alguna: Solos 9 Marineros Ingleses, que custodiaban algunas reses de los Ranchos de las dos fragatas que están en el Puerto; los cuales fueron hechos Prisioneros, y remitidos a este Navio; y los cañonazos los dispararon las citadas fragatas, con motivo de haver reconocido las tropas desembarcadas de la Isla.
Por los Prisioneros, supimos que las 10 velas, a que dimos caza, havian salido de Panzacola, con lo mejor de sus efectos, y Caudales, y que solo hiban comboyadas por dos pequeñas fragatas.
El 10 nos aproximamos a la boca del Puerto, y se dio la Orden para aprontarnos a forzarlo, y a embalisar la entrada, no obstante la Batería dominante que esta sobre las Barrancas; y haviendose reducido los 24 pies de agua, que se suponían en la Havana a 21 escasos.
El 11 se montaron dos cañones de 24 en la punta de la Isla con el fin de separar de la boca una de las fragatas Inglesas, que estaba cañoneando a el Galbeston, y con apariencia de mantenerse firme para disputarnos la entrada, lo que se consiguió a los cinco cañonazos: A las 3 1/2 d. t. nos pusimos todos en vela a forzar el Puerto, pero tubimos la desgracia, no obstante ir el Navio en 20 pies de popa, de barar en la primera pasa, donde dimos buenas
El 9 al amanecer, vimos tierra desconocida por todos los insignes prácticos que teníamos; porque unos nos consideraban en Las Candelarias, y los más en la Movila, a excepción de don José Calderón, que afirmó siempre ser la isla de Santa Rosa, y que estábamos con la proa a su medianía, como en efecto se verificó. Todo el resto del día nos mantuvimos pairando a su vista, con el fin de ocultarnos del vigía y dar las disposiciones para el desembarco de la tropa.
Entre once y doce de la noche se verificó el desembarco de todas las tropas en la citada isla, a fin de sorprender la batería, que se suponía situada en la punta del oeste de ella, por ser la que forma la entrada del puerto. Todo el resto de la noche estuvimos con bastante cuidado y se nos aumentó a la mañana con el ruido de más de 150 cañonazos que se disparaban, a nuestro parecer, hacia el paraje indicado; pero luego nos tranquilizamos con la noticia de no haberse encontrado fuerte, ni oposición alguna. Sólo nueve marineros ingleses, que custodiaban algunas reses de los ranchos de las dos fragatas que estaban en el puerto, los cuales fueron hechos prisioneros y remitidos a este navio. Los cañonazos los dispararon las citadas fragatas, con motivo de haber reconocido las tropas desembarcadas de la isla.
Por los prisioneros supimos que las diez velas a que dimos caza, habían salido de Pensacola con lo mejor de sus efectos y caudales, y que sólo iban convoyadas por dos pequeñas fragatas.
El 10 nos aproximamos a la boca del puerto, y se dio la orden para aprontarnos a forzarlo y a balizar la entrada, no obstante la batería dominante que está sobre las Barrancas y habiéndose reducido los 24 pies de agua que suponían en La Habana a 21 escasos.
El 11 se montaron dos cañones de 24 en la punta de la isla, con el fin de separar de la boca, una de las fragatas inglesas que estaba cañoneando al "Galveston", y con apariencia de mantenerse firme para disputarnos la entrada, lo que se consiguió a los cinco cañonazos. A las tres y media de la tarde, nos pusimos todos en vela a forzar el puerto, pero tuvimos la desgracia, no obstante ir el navio en 20 pies de popa, de varar en la primera pasa donde dimos buenas