Colombeia

6 A las cinco y media de la mañana dieron fuego los enemigos a una Fogata de una Mina que dirijieron contra la galería de la nuestra cargada de Bombas, para arruinarla, y sufocar al mismo tiempo la gente de Trabajo qe huviese en ella, cuio suceso fue bastante funesto para todos nuestros Trabajadores a quienes el humo qe resulto de dha fogata sorprendió dormidos, pues sufocó hasta el numo de 25., de los quales han muerto 16. De esta desgracia se libraron solamte aquellos que estando despiertos pudieron ponerse en fuga a vista de semejante peligro. Para remediar este daño en lo posible, y evitar otro maior, dispuso nro general inmediatamte. que se tapase aquella comunicasion que quedó entre nuestra Mina y la del enemigo macisando todo el ramal nuestro para no quedar expuestos a otro igual accidte. pr aquella parte; (q) cuia orn. se puso inmediatamte en ejecusion por algunos de los miss trabajs. Hombres de espíritu, aunqe no sin algún peligo por qe los Moros que desde su Mina, les
6 de febrero. A las cinco y media de la mañana, dieron fuego los enemigos a una fogata de una mina que dirigieron contra la galería de la nuestra, cargada de bombas, para arruinarla y sofocar al mismo tiempo la gente de trabajo que hubiese en ella. Este suceso fue bastante funesto para todos nuestros trabajadores a quienes el humo que resultó de dicha fogata, sorprendió dormidos, pues sofocó hasta el número de 25 de los cuales han muerto 16, por falta sin duda de cirujanos e instrumentos propios para hacer con estos infelices, la misma operación que repetidamente se hace en Inglaterra con los sofocados. De esta desgracia se libraron solamente aquellos que, estando despiertos, pudieron ponerse en fuga a vista de semejante peligro. Más que el humo de la fogata, contribuyó a esta desgracia el de algunas humadas que dirigieron los enemigos por el mismo agujero, hacia nuestra galería. Para remediar este daño en lo posible, y evitar otro mayor, dispuso nuestra general inmediatamente que se tapase aquella comunicación que quedó entre nuestra mina y la del enemigo, macizando todo el ramal nuestro para no quedar expuestos a otro accidente igual por aquella parte (si esta misma operación se hubiese hecho antes, pues hubo suficientes motivos para ello y no faltaron oficiales que lo propusiesen, hubiéramos, desde luego, evitado el daño). Esta orden se puso inmediatamente en ejecución por algunos de los mismos trabajadores, hombres de espíritu, aunque no sin algún peligro, porque los moros que desde su mina les