Mi respetado general:
Salí esta mañana á las seis de San Joaquín con la caballería, como dije á Vd. en mi parte oficio. La infantería durmió en el trapiche de Cura, pero á mi salida de San Joaquín aun no había llegado. Ahora que son las dos de la tarde aun no ha llegado á Guacara; extraño mucho una tardanza para la que no había motivo, á menos que el cansancio y el hambre no la hayan ocasionado.
Todas las noticias é informes convienen en lo mismo que he dicho á Vd. El Catire, con poco más de 100 hombres de caballería, intimidó á nuestras tropas, cuyo jefe y oficiales se portaron indignamente, á excepción de Flores, Aldao y algunos otros oficiales subalternos.
Acaban de darnos parte que el Catire, único jefe de todas las ventajas vergonzosas que han adquirido sobre nosotros se ha apoderado de un cañoncito que Ustáriz dejo abandonado en el camino de Valencia á Guacara ; igualmente M. Dupaine ha avisado á Lemer que el mismo Catire se dirige con sus compañeros hacia Guigüe.
La guerra que nos hacen es ratera é indigna del honor de las armas de la República.
El punto de San Diego, que es el paso para Puerto Cabello por donde fue Bolívar, esta tomado por los enemigos, que desalojaron á 10 ó 12 hombres que del mismo pueblo estaban guardándolo con armas por 12 ó 14 que están apoderados de él desde ayer á las dos de la tarde lo que aviso á Vd. para su gobierno.
Una posta de caballería destacado en un punto avanzando más alla del Río hacia los Guayos ha venido á dar parte que otro soldado de caballería enemigo se arrimo á él y así que lo vio retrocedió precipitadamente, con cuyo motivo se ha enviado una descubierta de un oficial y seis hombres de caballería para reconocer hasta los Guayos, y esta tarde se enviará una avanzada de la misma arma que quizá se establecerá en el mismo puesto de los Guayos.
La presencia de Vd. es aquí muy importante para restablecer la confianza.
Yo quedo sin embargo con el instituto de agente de Vd., cuya voz tomo para todas las providencias, que me parecen más urgentes, creyendo que Flores debe ser el comandante de todas las fuerzas, pues su espíritu, serenidad é intrepidez lo hacen digno, en mi concepto, de ese importante mando.
Tengo el honor de ser affmo. y respetuoso servidor de Vd. C. M. B.
J. de Sata y Bussy.
P. D.— Por un olvido inevitable en un novicio como yo en estas materias de campaña he omitido participar á Vd. Que habiéndose presentado MacGregor en la Cabrera, le comisioné para el mando de la caballería que había allí, pues el señor Solorzano no sirve para nada.