San Juan, 22 de mayo de 1812.
Mi querido y venerado general: por la favorecida de Vd. he quedado impuesto de las resultas de la amigable y pacífica conferencia que en tanto me era deseada en cuanto conocía debían partir de ella ó el colmo de nuestra desgracia ó el remedio de nuestros males.
Felizmente me hallo en el día sumamente animado porque á la verdad se ha destruido el origen de la mala suerte. Puedo asegurar á Vd. que no pararé aquí sino el corto tiempo que es indispensable invertir en organizar un campo volante con el que debo marchar, de modo que mi salida será mañana para dormir en Flores, aunque todo falte.
Vd. Crea que mis sentimientos son ingenuos y que no puedo dar prueba más clara de su certidumbre que el viaje que emprendí de Guayca, pues estaba sumamente enfermo.
Mis deseos son cumplir las órdenes de Vd. Y manifestarle de todos modos que soy de veras
S. A. A. S. Q. B. S. M.
Juan Paz del Castillo.