Petare, 15 de abril de 1812
y 2° de la República.
Respetable y mi amado general: Impuesto por Soublette y Paul de las ideas que Vd. Les manifestó á su partida con respecto á mí y después de haber conferenciado largamente con ambos sobre el mismo asunto, acordamos que yo no perdiese momento en escribir á Vd. En los términos que me propongo verificarlo, anteponiendo en calidad de interposición toda la consideración que Vd. Ha tenido á bien siempre dispensarme para indultar alguna friolera en que me exceda ó abuse de su acreditada bondad, soportable ciertamente si se vuelve la vista al interés que me guía, que no es otro que el más vehemente deseo de ver á Vd. En el paladium que tanto le corresponde.
Considero, mi general, que es este el más florido y oportuno momento de ilustrar á nuestros alucinados rivales, tanto más fácil de conseguir en fuerza de la más robusta justicia, que de las críticas y apuradas circunstancias; pero para colmar esta obra creo de necesidad que Vd. Al emprender la planta y organización del ejército no se desviase en tanto de la rutinera opinión de aquellos principalmente en la elección de los jefes, conciliando por ahora en lo posible ó en todo aquello que no choque abiertamente con el interés común, el espíritu de los partidos, pues á pesar de que el que trabaja por la verdadera y efectiva libertad de su país debe echar el cimiento de esta obra por el más delicado nivel de la más distributiva justicia, cuando se oponen tantas disenciones y facciones y no se tiene en la mano la autoridad de los terremotos debe en mi concepto contribuirse lentamente con la esperanza de que el tiempo y los acontecimientos los disipen y destruyan.
¿Cuál no sería el escándalo con que oirían decir que el general en jefe me había nombrado mayor de su ejército? ¿No dirían con razón que el general por ideas ó caprichos parciales había echado mano de un joven inesperto, nuevo y mal dispuesto militar? Lo dirían no solo los fatuos é imbéciles enemigos sino los más justos y juiciosos, pues yo mismo me encuentro incapaz del desempeño de tan arduo encargo. Para él puede ser bueno Valdez y en su defecto Mirez, así como para comisario es excelente el padre de Soublette y este por experimentado mejor que ningún otro secretario. Yo sí deseo estar inmediato á las órdenes de Vd.; pero esto con agregarme al estado mayor será realizado.
Vd. Dirá ciertamente que es una imperdonable audacia el que le haya hablado en estos términos; pero yo me creo autorizado en tanto cuanto que ya me figuro en mi imaginación al general Miranda en campaña batiendo al enemigo común y los antípodas asesinando en poblado sus operaciones yá con el nombramiento de jefes, ya por los ascensos que dio, ya por las personas que le rodean; ya por cuanto se les antoja; ¡y cuánto no sería en este momento el desabrimiento ó desagrado de sus sinceros é imparciales adictos!
Ayer tarde nos ha profetizado Gual que no conviniendo como lo espera por noticias que acababa de tener, el P. E. E. con la comisión dada á Vd. Por la Cámara, estaría Vd. De regreso en Caracas talvez en unión de Espejo dentro de siete ú ocho días. Parece ser especie de la casa de los Toros, la cual nos tiene en la más perfecta perplejidad, en la que continuaremos hasta que recalen avisos posteriores á la llegada de Vd. Á esa ciudad.
Recomiendo á la consideración de Vd. Los sinceros sentimientos con que es su obediente y mejor servidor
Q. B. S. M.
M. M. de las Casas.