Colombeia

          Estos árboles, hasta que son grandes, son perseguidos de unos gusanitos, que se les introducen en la cascarita, y se conoce, porque donde está, escupe agüita, y así con un fierrecito se escarba hasta que se encuentra y se le saca, porque es de tal manera, que una vez que va labrando, y dándole vuelta al palito, una vez que llegó a encontrarse, se muere el arbolito.

          En la Hazda no se ha de consentir Bachaquero, porque es tan pernicioso, que por más que sea el árbol grande se sube arriba, y le corta todos los pimpoyos, de que resulta tal sentimiento en el árbol que se llega a consumir.

          Hecha la Hazienda, dentro de ella en distintos parajes, se pueden tener los tales Almácigos a prevención para cualquier árbol que muere por cualquier contingente; se quita el Almácigo, y se pone en su lugar, y así se mantiene la planta de arboleda siempre íntegra, sin decadencia, y también tienen valor los tales Almácigos, pues estando de éstos prevenida la Hazda, nunca pierde su estimación, ni viene en decadencia, por tener luego al instante árbol de dos años, lo menos, que poner en lugar del que faltó.

          También se puede hacer, viendo un árbol que va flaqueando, ponerle otro al pie, y assí

          Estos árboles, hasta que son grandes, son perseguidos de unos gusanitos que se les introducen en la cascarita, y se conoce porque donde está, escupe agüita y así, con un fierrecito se escarba hasta que se encuentra y se le saca, porque es de  tal manera, que una vez que va labrando y dándole vuelta al palito, una vez que llegó a encontrarse, se muere el arbolito.

          En la Hacienda no se ha de consentir Bachaquero, porque es tan pernicioso, que por más que sea el árbol grande se sube arriba y le corta todos los pimpollos; de que resulta tal sentimiento en el árbol que se llega a consumir.

          Hecha la Hacienda, dentro de ella en distintos parajes, se pueden tener los tales Almácigos a prevención para cualquier árbol que muere por cualquier contingente; se quita el Almácigo y se pone en su lugar, y así se mantiene la planta de arboleda siempre íntegra, sin decadencia; y también tienen valor los tales Almácigos, pues estando de éstos prevenida la Hacienda, nunca pierde su estimación, ni viene en decadencia, por tener luego al instante árbol de dos años, lo menos, que poner en lugar del que faltó.

           También se puede hacer, viendo un árbol que va flaqueando, ponerle otro al pie, y así