obligado a rendirse dentro de las diez horas, con amenaza de no acordarle ninguna capitulación, si intentaba defenderse. Este último que esperaba a cada instante recibir las fragatas que había solicitado, buscaba contemporizar; sin embargo, al día siguiente, al amanecer, envió un parlamen¬tario que llevaba los preliminares firmados. No obstante la pru-dencia castellana no se adormecía. Don Cagigal pretendiendo, con razón, que mientras todos los artículos de la capitulación no fuesen firmados definitivamente, los preliminares no debían considerarse sino como negociaciones, hacía desembarcar sus tro¬pas, a pesar de las quejas de S. Maxwell, quien viéndose así acosado y temiendo ser atacado por un ejército que creía com¬puesto por lo menos de 5 o 6 mil hombres, se apresuró a firmar la capitulación, dando rehenes. Todo acabó a medianoche, y al día siguiente las tropas españolas tomaron posesión de todos los puestos.
Las tropas de Su Majestad Británica se rindieron prisioneras de guerra, bajo la cláusula expresa de que serían transportadas a Inglaterra, a pesar de las instancias de S. Maxwell para que fueran entregadas a América Anglo-septentrional. Consistían en 274 hombres, 338 milicianos y 800 marineros de los navios mer¬cantes a quienes se les había dado armas y que junto a la tropa regular, formaban un cuerpo de 1.412 hombres.
Los pesares de S. Maxwell viendo el pequeño ejército ante el cual se rendía, son indecibles; lo fueron más vivos cuando se conocieron las noticias que llegaron algunos días después.
Don Cagigal, después de haberse ocupado de la defensa de su nueva conquista, creyendo que su Gobierno estaba amenazado, no juzgó conveniente esperar su flota; fue a La Habana con la esperanza de recoger nuevos laureles. El convoy llegó muy feliz¬mente al puerto de la capital de Cuba, después de haber causado vivas inquietudes su suerte.
La cantidad de provisiones, etc., encontradas en la sola Isla de Providencia es asombrosa. En los 21 puestos construidos para la defensa del país, entre los cuales se cuentan 3 fuertes, se han encontrado 159 cañones de todo calibre, 93 pedreros, 4.977 balas de cañón, 6 obuses, 535 bombas, etc. Los bastimentos que estaban en rada tenían en total 150 cañones, de los cuales 26 sobre un corsario, 58 sobre cuatro bergantines, 50 sobre cinco goletas y 16 sobre dos balandras. Se han encontrado además 65 navios mer¬cantes. Todos sus cascos se han dejado a los propietarios, pero su artillería y las municiones de guerra son para Su Majestad Católica. Para reunir bajo un solo punto de vista todo lo que con¬cierne estas posesiones, repetiremos lo que hemos dicho ya en nuestro número 26, y es que desde la guerra han sido conducidos al puerto de Providencia 176 bastimentos, de los cuales 137 toma¬dos de los americanos, 24 de los franceses, 14 de los españoles y 1 holandés.
La humanidad y habilidad de Don Cagigal brillan igualmente en esta operación donde su prudencia ha sabido impedir que corriese la sangre humana; éstas habían ya aparecido con brillan¬tez en el Cartel establecido con el Gobernador de Jamaica para el intercambio de prisioneros respectivos. Su adopción por casi todas las colonias anglo-americanas bastaría para su elogio. Este Cartel firmado en Jamaica, el 18 del mes de noviembre de 1781 por los señores J. Dalling, P. Parker y Don F. Miranda, autori¬zado para este efecto, ha librado de los horrores de la prisión 1.600 españoles que tendían sus débiles manos hacia su patria, que en su dolor, acusaban de dureza y de ingratitud para con sus servicios.