Un ejército de quince mil hombres formaba el bloqueo por la parte de tierra. La línea de San Roque estaba guarnecida con numerosas baterías de cañones y morteros para impedir la salida de los enemigos, incomodarles cuando se juzgase oportuno y no permitir que en el puerto, adonde alcanzan sus fuegos, pudiesen parar las embarcaciones que favorecidas por los temporales, lograsen evadirse de la vigilancia de nuestras escuadras. Con la bahía de Algeciras frente al mismo Gibraltar, estaba Don Antonio Barceló con dos navíos de línea, algunas fragatas, los jabeques, las galeotas y otros bajeles de suma ligereza distribuidos en los puntos más precisos para interceptar cualquiera nave enemiga o neutral que intentare acercarse a la Plaza. Otra escuadra de once navíos de línea y algunas fragatas a las órdenes de Don Juan de Lángara, tenía tomada la boca del estrecho para impedir que pasase al Mediterráneo ninguna embarcación sospechosa.
Mientras la escuadra combinada de España y Francia pudo mantener la mar, la Inglaterra inferior en fuerzas navales, se limitó a la defensa de su propia isla, amenazada a cada instante de una poderosa invasión. Después que las cercanías del invierno hicieron los mares intratables, Don Luis de Córdoba se