Caracas, 10 de junio de 1812.
Mi amado general:
Ya Vd. Sabrá el resultado de las discusiones de la Cámara, y en consecuencia supongo que tomará Vd. Las disposiciones convenientes. Ramírez, Ustariz, Tejera y Sosa, han opinado porque se hagan observaciones sobre la ley marcial y muchas otras que sus conversaciones en las circunstancias actuales. El poder ejecutivo nada expuso, ó muy poco ó lo menos que yo oyese. Yo juzgo que están penetrados de la necesidad de la medida ó tienen mucho miedo y principalmente Talavera que teme se le llame como oficial á batirse. El medio de concluir este asunto sin ruido sería ir dando comisiones á todos estos conversadores.
Mi general, como yo digo á Vd. Siempre lo que me parece más bien y con la ingenuidad con que siempre le trato, no puedo menos que decirle que no tiene Vd. Un amigo en Caracas, más decidido que Carabaño, que él tiene contenida y en respeto á toda esta gente, que todos le temen y su actividad es sin límites.
He sentido mucho la nominación en que como comandante de la expedición del Tuy, quede él, bajo de las órdenes de Quero. Todos los amigos de Vd. Lo aman y lo quieren aquí tanto para contener á los desafecto como porque es decididísimo por Vd. Y lo ha manifestado siempre públicamente en la Cámara, y en toe partes. Importa mucho conservar amigos tan interesantes. Yo no se si me excedo, mi amado general, pues Vd. Sabrá lo que hace, pero este es el lenguaje de amistad. A mi se me ha manifestado con sentimiento por otra cosa sino porque cree que tal vez Vd. No es satisfecho de su conducta. Vd. Hará lo mejor.
Quedo siempre, mi apreciado general, de Vd. Sincero y apasionado amigo:
V. Salías.