Portachuelo de Guayca, 28 de mayo de 1812.
á las 8 de la noche.
Mi amado y respetado general: Por parte que di á Vd. esta mañana sabrá que nos aposesionamos de este punto sin novedad alguna: la retirada que se emprendió antes de anoche la hubiera hecho mejor general; nada hubo de timidez, fue un efecto de prudencia y de no exponer una división que tan bravamente se había conducido en la acción del mismo día; los partes reinterados de cinco diversas avanzadas nos hacían creer que estábamos rodeados de enemigos; el fuego de doce tiros de fusil hecho al teniente coronel Ricaurte, y al alférez Austria á inmediaciones de Guigüe; y más que todo la falta de municiones, nos hacían creer que siendo atacados al amanecer no podíamos sostener el fuego por más de un cuarto de hora, y después nos veríamos en la dura necesidad de entregar una división que acababa de imponer el terror al enemigo, con armas y artillería; el tomar otra vez y reconquistar el portachelo si los enemigos lo hubieran tomado era operación sencilla; y así, mi general, yo creo positivamente que la retirada fue prudente y que nada expusimos en ella; pero he tenido mi espíritu consternado al ver á Vd. inquieto con el movimiento que hizo esta división; puedo asegurarle que casi me interesa tanto complacerle como salvar á la patria consternada y afligida.
Por fin, nada hay perdido, el punto esta en nuestro poder, y resueltos á destrozar al enemigo cuantas veces intente forzarlo, y sólo espero disponga Vd. Lo que guste á quien tiene el honor de ser su más apasionado y sincero amigo.
Q. B. S. M.
José Félix Ribas.