Documentos 1811-1816

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(Reservada) Caracas, 15 de mayo de 1812. Honorable generalísimo C. Francisco de Miranda: Mi apreciadísimo general y respetable amigo: Considero á Vd. Ocupado en ese cuartel de las graves atenciones de nuestra cara patria; y yo había solicitado antes la salud de Vd. Si hubiese podido asegurarme que mis letras llegasen á sus manos; pero temiendo una probable interceptación, he prescindido del correo, y aprovecho ahora la oportunidad que me brinda el conducto del muchacho que dirige nuestro Padre Martel. No hablaré á Vd. Del contento universal con que han aprendido nuestros conciudadanos esa energía y constancia, que Vd. Aplica para salvarlos. Después de su salida de esta hasta ponerse en Maracay, y tomar las disposiciones de defensas que advertimos, este gobierno ha continuado como siempre en su oficiosa apatía, y á no haber concurrido con sus esfuerzos frecuentes los ciudadanos Cual, Sanz, el gobernador militar y el comandante interino del parque de artillería Rolichón, los honorables miembros del P. E. ninguna providencia acertada hubiese tomado para sostener el espíritu público, y proveer al ejército de municiones, etc., etc. Vd. Se admirará cuando lea los adjuntos documentos, y en la súbita remoción de que tratan para alterar el orden administrativo de la hacienda de Caracas y Cuayra, encontrará Vd. Un nuevo crimen que agregar al cuerpo del delito de estos magistrados. No apercibo los antecedentes y sólo infiero que puedan dirigirse sus medidas a extraer clandestinamente por medio de Alustiza, y separando á Aranda, algunas sumas de metálico: la sospecha recae sobre los datos que á Vd. No faltan á cerca de determinadas personas, que han pensado emigrar otra vez, y lo verificarán si Vd. No pone remedio, impidiéndolo desde allá en uso de las plenas facultades que reasume. Ayer me ha informado Gual de la misión de Talavera y Mercader para la entrevista que Vd. Pidió: ambos parten hoy, y llevan instrucciones de transmitir á Vd. En el acto las omnímodas civiles y políticas que apetecía con su acostumbrada modestia para comenzar el plan de sus operaciones; ya veo el éxito de ellas en cuanto á la expulsión de los asesinos de Coro, y lo aguardo respecto de los que afligen al país bajo un simulado patriotismo. Aquí se han aparecido muchos comisionados que dicen serlo de Vd., y ha habido entre ellos quien haga pinturas tristes deprimiendo á Vd., porque sin duda los criminales cuentan aún con la impunidad que los apoya, no llegando á calcular que Vd. Se eleva á un estado de abrirles residencia; y así es que en el lenguaje y discursos que atribuyen á Vd. El poder militar para rechazar á los enemigos, y no le conceden ninguno para castigar á sus cómplices, contando con que han de conservarse en el rango que se han usurpado estableciendo el bárbaro feudalismo que pretenden en honor de sus dinastías, dstituyendo á Vd. Cuando ya no lo necesiten, y oprimiendo á los ciudadanos honrados que fincan en Vd. Su existencia y tranquilidad. En una palabra, mi amigo, salvo el juicio de Vd. Que venero, mi dictamen es, que sin esperar la organización del ejército para recobrar á Valencia, etc., luego que Vd. Se revista del carácter político que se le defiere por los gobiernos de la Unión y de esta provincia, emprenda Vd. La reforma imperiosa que exigen las circunstancias y que lo abra por Caracas, foco principal de las intrigas, cabalas y perfidias que Vd. Sabe: la cosa urge, y si Vd. Se descuida, los malvados se largan, se llevan el dinero y nos burlan. Añado á Vd. Que por San José de Tiznados y Ocumare esperan los aristócratas y godos obtener huestes de bandidos que protejan sus inicuas miras. Adiós, mi general. Salazar y el sobrino saludan á Vd. Y con ellos le apetece larga vida y prosperidades para el bien común de la patria su más apasionado amigo, servidor y capellán. Q. S. M. B. Joseph Cortés.