Portachuelo, 2 de mayo de 1812.
Mi general:
Acabo de recibir carta que por encargo de V. E. me ha escrito el comandante Cortés.
Me he adelantado á vuestras intenciones y órdenes, puesto que he hecho retirar las tropas del Trapiche y puesto 25 hombres de infantería á las órdenes del comandante de Güigüe, el que tiene también otros 25 de caballería.
Ha venido á verme el juez Sandoval, a quien he hecho recorrer todos los caminos por donde podría pasar el enemigo para atacar nuestra retaguardia, y merced á sus instrucciones y al perfecto conocimiento que tiene del país, sólo he tenido que establecer un puesto, y este lo está de manera que siempre estemos prevenidos contra las marchas secretas del enemigo; por lo menos así me lo ha asegurado Sandoval.
Reitero á V. E. la petición que hice esta mañana de completarme los 80 hombres de caballería, pues me son muy necesarios. También le suplico no eche en olvido lo que he tenido el honor de hacerle observar respecto á las municiones de tierra y agua.
El comandante Cortés me sería muy útil, si pudiese alejarse un solo día del cuartel general; viniendo embarcado, ni aun siquiera perdería un día entero: suplico á V. E. pues le deje venir.
Falta una infinidad de cartucheras ó por mejor decir bolsas de municiones. Los diferentes cuerpos que se hallan bajo mis órdenes confían mucho en la promesa que V. E. les ha hecho de darles pantalones y camisas.
Aguardo con impaciencia los armeros, á causa del gran número de fusiles que necesitan compostura.
Con frecuencia tendré que importunar á V. E., pero me atrevo á esperar que se dignará acceder á mis peticiones, pues puede V. E. estar seguro de que serán siempre justas y nunca inútiles ó superfluas.
No dejaré de insistir respecto al aprovisionamiento de municiones.
Soy de V. E., mi general, con la mayor consideración affmo. Seguro servidor y subordinado.
J. du Caylá.