Guatire, julio 13 de 1812.
Mi amado general: Como no tengo ahora otro negocio de importancia que la maldita insurrección de estos valles, toda mi atención está ocupada en esto y no le suelto de las manos.
Me tiene ya cuidadoso no haber tenido razón de mi confidente P. B., pues ya era tiempo de que algo me hubiese dicho; bien que observamos la gran diligencia que ponen los insurgentes en no dejar venir de allí á nadie, especialmente de Capaya, de donde no ha parecido ninguno, apesar de que ya saben que estoy aquí y de tener infinitos que debían darme los avisos convenientes. Sabemos que tienen guardias en todas partes para impedir la comunicación.
Nuestro cura Milano llegaría ayer á Caucagua, y esperamos favorables resultados de esta misión, aunque no sea más que saber algo de lo interior de aquellos malvados.
Lo principal que concibo, mi general, en esta ocurrencia es impedir la comunicación por mar, así para evitar la entrada de armas y víveres, pues por otra parte no pueden ir, como para que no extraigan los frutos. Estamos en la cosecha y había en las trojes considerables partidas de cacao. Estos valles pueden dar ó dan al año de veinte á treinta mil fanegas y si ellos logran extraer por mar, los particulares, y las rentas del Estado sufrirán un notable perjuicio.
La dilación y tardanza nuestra causa daños irreparables. Los insurgentes penetran nuestra debilidad: se comprometen los indiferentes y aun los amigos nuestros: hallan los enemigos alguna comunicación: los extranjeros miran sólo su ganancia: se consolida la revolución; y se dificulta la empresa de subyugarlos. Nuestros amigos aguardan nuestras fuerzas para declararse, si éstas no llegan, desmayan ellos y toman partido.
Sé muy bien los grandes y arduos negocios que ocupan á Vd., también sé que los presentes afectan y ligan más al hombre; pero asegúrese Vd. de que la pérdida de estos valles es mayor mil veces que la de Carora, Barquisimeto y otros pueblos. La fertilidad de estos terrenos, la abundancia de buenos puertos en una costa fronteriza, y más proporcionada para el comercio y su cercanía á Caracas, Barcelona y Cumaná, son consideraciones de un enorme peso, para que se hagan los mayores esfuerzos en su conservación. Por estos valles se surtían estos pueblos hasta Caracas de ganados, pescado y otros víveres. De Barcelona venían á Higuerote y la boca de Páparo, por donde remontaban hasta Riochico y Caucagua carnes saladas, queso y sal, llevando en cambio cacao, plátanos, maíz, casave y otras producciones. De los llanos de arriba entraban con abundancia ganados á Capaya por la costa, y á Caucagua por la pica de Güira, que en dos ó tres días sale y conduce á Orituco. Ahora estamos privados de todo y si los insurgentes entablan comunicaciones, se propagará á la insurrección, y estarán abundantes, cuando nosotros carecemos de todo.
Supongo que Vd. tendrá estas noticias, pero no por eso hay inconveniente en repetirlas. En ese ejército tiene Vd. varios de Caucagua, muy prácticos en todas estas cosas, tal es capitán Joseph Domingo Tovar, que se ha ejercitado en estos negocios, en especial de ganados: Julián Blanco, hacendado de Caucagua: hombres de bien, buenos patriotas, y otros que ellos citarán, si se necesitan para dar noticias.
Suyo siempre:
M. J. Sanz.