Guatire, julio 12 de 1812.
Mi general: Yo me deshago; mi genio no es para vivir en la inacción. Nuestros ánimos se abaten: nuestros enemigos se alientan; y todos sacan de nuestra quietud consecuencias de nuestra impotencia ó de nuestro temor.
Aun no he tenido resultas ningunas de la misión de P. B. y las espero por instantes. Resolvimos enviar á los valles al cura de este pueblo, buen patriota, con una intimación á los que en ellos hacen cabeza: ayer marchó y devolvió á uno de los ancianos que le acompañaban, para que nos avisase que en Cupo (tres horas de camino de aquí) había una partida de insurgentes que vinieron de Caucagua á llevarse el arroz y maíz que allí tenía un vecino. Ellos tienen una guardia considerable en Chuspita de cinco á seis horas de este pueblo: paso preciso al pié de la montaña que llaman de Caucagua; de aquí, esto es de Chuspita, al pueblo de Caucagua hay tres horas: el camino es un río de bastante agua, que corre en medio dos cerros.
Este pueblo de Guatire es paso indispensable para Caracas, viniendo los insurgentes de Capaya ó Caucagua y por consiguiente es necesario defenderle porque hay dos caminos para llegar á él en estos términos: Capaya, Guatire, Caucagua. La gente que tiene Lino es muy poca y enteramente bizoña, y el gobernador de Caracas le dice que no puede darle más auxilios. El no se atreve á avanzar, porque no tiene con que cubrir las dos avenidas á este pueblo: lo que yo hago es valerme de ardides á ver si logro enredar á los insurgentes, y ponerlos en desconfianza recíproca, que son los mismos arbitrios que usan nuestros enemigos; pero estos remedios, aunque seguros, son lentos, y entretanto nos consumen y acaban con todo.
Ya Vd. Habrá visto la carta del malvado Calarraga: la que yo escribo á los jefes: la que Lino hace á los mismos: la contestación de éste á Galarraga; pues de todo se ha mandado copia á Ribas y como aquí son raros y malos los escribientes, no pueden multiplicarse las copias.
Lo que encargo mucho á Vd. Es que se impida á los insurgentes la comunicación por mar: de este modo, y apretándolos pronto por varias partes en partidas pequeñas, como he dicho á Vd., esto se acaba luego, porque debe contarse como de fe, que apareciendo nuestras tropas, se pasan á ellas muchos, ó la mayor parte de aquellos vecinos. Si ellos no tienen auxilio por mar, puede Vd. Asegurarse de que en todos los valles apenas habrá 2,000 hombres de armas: que los valles no pueden socorrerse mutuamente con facilidad: que no tienen armas y sí algunas escopetas malas y de calibres diversos y que si nosotros lográsemos ponernos en Caucagua y Marasma (que es Capaya) estaba la cosa vencida y acabada: Caucagua al sur y Marasma al este de este pueblo son los primeros pueblos que debemos encontrar yendo de aquí, y de un temperamento muy saludable: los demás son enfermizos, calenturientos y malignos. Incluyo á Vd. Un diseño de los valles que me ha franqueado Lino, hecho por Raimundo Gallegos, vecino de Caucagua, que está aquí detenido con motivo de la insurrección.
Deseo felicidades al ejército de su mando: las operaciones de éste son el termómetro de los sucesos de estos valles, pues es indisputable que tienen correspondencia con Monteverde y sus sequaces, lo que debe servir de gobierno.
Es suyo siempre:
M. J. Sanz.
El honorable Miguel José Sanz ha sido comisionado por el generalísimo para la pacificación de los pueblos disidentes y se halla en la actualidad en este conmigo, en ánimo de tentar por medios suaves y de persuasión, la consecución de su encargo antes que tocar al destructor de las armas; con este objeto hemos despachado en la mañana de hoy con instrucciones suficientes al venerable cura de este partido á Caucagua y demás pueblos; lleva consigo para los comandantes militares y demás jefes de aquellos partidos las intimaciones que hemos creído oportunas hacerles y esperamos un feliz resultado de esta misión de paz, cuyo resultado os comunicaré luego que regrese otro comisionado; como también cualquiera otra novedad que en el ínterin ocurra. Salud y Libertad.
Guatire, 11 de julio de 1812, 2º de la República.
Lino de Clemente.