con oportunidad, en aquella misma constitución, el infatigable desvelo, con que socorrí el Presidio de la Florida, y solicité que lo proporcionase el Virrey de la Nueva España, así a éste, como a la Escuadra de Cuba; las noticias que comuniqué a sus respectivos jefes, incesantemente, con el fin de afirmar el servicio de Su Majestad y la seguridad de sus Dominios: los medios con que salvé los pertrechos, armas, y municiones que arribaron a esta costas, por consecuencia de los socorros, que había pedido a Nueva España, el Mariscal de Campo don Juan de Prado, para continuar la defensa de esa Plaza; y las eficaces disposiciones que no hice presente a Vuestra Excelencia y practicó mi celo, luego que se rindió para conservar a Su Majestad cuantas piezas de madera, buques, y esclavos fuesen posibles, con tan buen suceso que se logró la mayor parte, y en el día permanecen existentes, empleados, y por emplear, más de doce mil piezas, ciento y cincuenta yuntas, y ochenta negros de aquellos, que sin duda hubiera sido todo confiscado, a no haber mediado mis oportunas activas providencias.
Estos favorables efectos falsifican de lleno cuanto se atreve a asegurar Peñalber, en orden a haberme desviado enteramente de las atenciones debidas al Rey, a la Religión, y a este público, al paso que hace más detestable su delincuente arrojo, pudiendo talvez ignorar aquellos sucesos, como que de ninguno los ocultaba yo con mayor recelo; siendo tanto más reparable que se propase a imputarme negligencia en rescatar los pertrechos, Navíos sobre Gradas, y los demás que se rindieron, cuando no pudieron habérsele ocultado las vivas dili-gencias que practiqué a fin de proporcionar su rescate, cuya verdad se hará patente
con oportunidad, en aquella misma constitución, el infatigable desvelo, con que socorrí el Presidio de la Florida y solicité que lo proporcionase el Virrey de la Nueva España, así a éste, como a la Escuadra de Cuba; las noticias que comuniqué a sus respectivos jefes, incesantemente, con el fin de afirmar el servicio de Su Majestad y la seguridad de sus Dominios. Los medios con que salvé los pertrechos, armas y municiones que arribaron a esta costas, por consecuencia de los socorros, que había pedido a Nueva España, el Mariscal de Campo don Juan de Prado, para continuar la defensa de esa Plaza; y las eficaces disposiciones que no hice presente a Vuestra Excelencia y practicó mi celo, luego que se rindió para conservar a Su Majestad cuantas piezas de madera, buques y esclavos fuesen posibles, con tan buen suceso que se logró la mayor parte, y en el día permanecen existentes, empleados y por emplear, más de doce mil piezas, ciento y cincuenta yuntas, y ochenta negros de aquellos, que sin duda hubiera sido todo confiscado, a no haber mediado mis oportunas activas providencias.
Estos favorables efectos falsifican de lleno cuanto se atreve a asegurar Peñalber, en orden a haberme desviado enteramente de las atenciones debidas al Rey, a la Religión y a este público, al paso que hace más detestable su delincuente arrojo, pudiendo talvez ignorar aquellos sucesos, como que de ninguno los ocultaba yo con mayor recelo; siendo tanto más reparable que se propase a imputarme negligencia en rescatar los pertrechos, Navíos sobre Gradas, y los demás que se rindieron, cuando no pudieron habérsele ocultado las vivas diligencias que practiqué a fin de proporcionar su rescate, cuya verdad se hará patente