El 21 amanecieron los enemigos a la vista entre Sur-Sudoeste y Sudoeste cuarta Oeste a desiguales distancias, los más inme¬diatos de tres y medio a cuatro leguas, contándose en todo sólo 25 buques grandes y cinco pequeños. No se veía la vanguardia y en los que se veía se notaba diligencia hacia ella, con la cual no obstante el muy poco viento de todo el día por el Noreste se fueron perdiendo sucesivamente de la vista, hasta quedar todos fuera de ella para las cinco y media de la tarde.
El General había puesto desde temprano por la mañana, la señal de que se reparasen prontamente las averías que se hu¬biesen padecido y se quedase en disposición de nuevo combate; y se mantuvo todo el día, bien que apenas gobernábamos sin hacer ademán de caer sobre los enemigos, porque hubiera sido inútil y al contrario, un motivo de que tomasen derrota que los alejase más; pero a la caída del sol indicó lo que quería hacer en la noche al Noroeste, que se logró en efecto a un largo con viento del Este Noreste y éste medianamente fresco, andándose 46 millas desde la hora de la señal hasta las siete de la mañana y si el enemigo hubiese hecho rumbo propio con sólo respecto a su navegación de regreso para sus costas, era preciso que se avis-tasen de nuevo las escuadras al amanecer y se esperaba que la británica, en pleno día, tomase el partido airoso de esperar que el 20, pues con cualquier maniobra era dueña de retardar el combate hasta las cercanías o entrada de la noche, y salirse de él cubriendo con la oscuridad la mala cara que tiene cualquier huida con unas fuerzas que nunca pueden ser dobladas ni ba¬tidas por otras superiores, a quienes falte la caridad de andar con tan enorme exceso. Pero se hizo la descubierta a la salida del sol, del 22, nada se vio en el horizonte, no pudo el General dudar de la determinación de los enemigos y puso a las siete la señal de ceñir el viento proa Ñor Noreste, formando el 3. orden en colum¬nas de bolina.
Inglaterra se gloriará en sus papeles públicos, de haber hecho frente con 34 navios a 46 de la Armada Combinada; pero quien conozca el oficio, sabe que la circunstancia de tanta ventaja de vela suple al mayor número, en grado que nunca pudieron en¬trar en fuego 14 navios de la retaguardia en que había 2 de tres puentes y 2 de ochenta, y tres Generales Comandantes de cuer¬pos de la Armada. Así no podrán decir las relaciones del Almi¬rante Inglés que combatió con más de 32 navios y las nuestras deberán aseverar que éstos batieron a 34 con toda la desventaja de una situación accidental sin los comandantes naturales de los puestos, falta que sólo puede compensarse con el exceso efectivo de fuerzas en el ataque, para doblar o atravesar a favor de la superioridad, pues plegaron y huyeron a las cuatro y media horas de fuego en el total y sin que en la parte más cargada llegase a dos horas o pasase sensiblemente de ellas; de que resulta, o que huyeron batidos de menores fuerzas, o porque convendría así a las miras políticas de Inglaterra, no aventurando su Escuadra a los incidentes de una acción tenaz que dejasen a la Armada Com¬binada dueña de hacer uso de la superioridad de sus fuerzas. Y omítase por decoro a la dignidad de la Corona Británica, la discusión del que hizo de balas incendiarias en la acción, y si en caso de ser apresado el navio del Almirante mismo en un combate de Escuadra, debería ser tratado como incendiario sin remisión