Colombeia

ta del Oeste de ella, por ser la que forma la entrada del Puerto—todo el resto de la noche estubimos con bastante cuidado, y se nos aumentó a la mañana con el ruido de mas de 150 cañonazos que se disparaban, a nuestro parecer, hacia el parage indicado; pero luego nos tranquilizamos con la noticia de no haverse encontrado fuerte, ni oposicion alguna: Solos 9 Marineros Ingleses, que custodiaban algunas reses de los Ranchos de las dos fragatas que están en el Puerto; los cuales fueron hechos Prisioneros, y remitidos a este Navio; y los cañonazos los dispararon las citadas fragatas, con motivo de haver reconocido las tropas desembarcadas de la Isla. Por los Prisioneros, supimos que las 10 velas, a que dimos caza, havian salido de Panzacola, con lo mejor de sus efectos, y Caudales, y que solo hiban comboyadas por dos pequeñas fragatas. El 10 nos aproximamos a la boca del Puerto, y se dio la Orden para aprontarnos a forzarlo, y a embalisar la entrada, no obstante la Batería dominante que esta sobre las Barrancas; y haviendose reducido los 24 pies de agua, que se suponían en la Havana a 21 escasos. El 11 se montaron dos cañones de 24 en la punta de la Isla con el fin de separar de la boca una de las fragatas Inglesas, que estaba cañoneando a el Galbeston, y con apariencia de mantenerse firme para disputarnos la entrada, lo que se consiguió a los cinco cañonazos: A las 3 1/2 d. t. nos pusimos todos en vela a forzar el Puerto, pero tubimos la desgracia, no obstante ir el Navio en 20 pies de popa, de barar en la primera pasa, donde dimos buenas culadas, como que en una de ellas largó un pedazo de Zapata. Ayudados de la marea, y con haver largado toda vela,
ta del oeste de ella, por ser la que forma la entrada del puerto. Todo el resto de la noche estuvimos con bastante cuidado y se nos aumentó a la mañana con el ruido de más de 150 cañonazos que se disparaban, a nuestro parecer, hacia el paraje indicado; pero luego nos tranquilizamos con la noticia de no haberse encontrado fuerte, ni oposición alguna. Sólo nueve marineros ingleses, que custodiaban algunas reses de los ranchos de las dos fragatas que estaban en el puerto, los cuales fueron hechos prisioneros y remitidos a este navío. Los cañonazos los dispararon las citadas fragatas, con motivo de haber reconocido las tropas desembarcadas de la isla. Por los prisioneros supimos que las diez velas a que dimos caza, habían salido de Pensacola con lo mejor de sus efectos y caudales, y que sólo iban convoyadas por dos pequeñas fragatas. El 10 nos aproximamos a la boca del puerto, y se dio la orden para aprontarnos a forzarlo y a balizar la entrada, no obstante la batería dominante que está sobre las Barrancas y habiéndose reducido los 24 pies de agua que suponían en La Habana a 21 escasos. El 11 se montaron dos cañones de 24 en la punta de la isla, con el fin de separar de la boca, una de las fragatas inglesas que estaba cañoneando al "Galveston", y con apariencia de mantenerse firme para disputarnos la entrada, lo que se consiguió a los cinco cañonazos: A las tres y media de la tarde, nos pusimos todos en vela a forzar el puerto, pero tuvimos la desgracia, no obstante ir el navío en 20 pies de popa, de varar en la primera pasa donde dimos buenas culadas, como que en una de ellas largó un pedazo de zapata. Ayudados de la marea y con haber largado toda vela,