Colombeia

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las Relaciones Exteriores a favor de todos, en cuya consecuencia éste me despachó inmediatamente con los pasaportes firmados. Tal fue el servicio que nos hizo el Barón de B..., sin el cual Dios sabe si permaneciendo más tiempo en Holanda hubiésemos encontrado allí el fin de nuestra carrera en manos de los franceses y españoles. Sin pérdida de tiempo me puse en marcha para Hellevoetsluis, a donde llegué a las cuatro de la tarde, hallando al General en las mayores ansias por mi llegada. Él había tenido la constancia de acompañar al Capitán Americano a todas partes y sin perderlo un momento de vista temiendo de que se fuese sin nosotros, con tanto más motivo que su armador en Rotterdam le había despachado un mancebo de su casa para hacerle partir sobre la marcha a causa de otro nuevo embargo general que se esperaba de un instante a otro, y si se atiende a los intereses que el navío tenía a bordo ninguna diligencia era por demás. Para dar una idea de su importancia bastará saber que los derechos de entrada en Londres montaban a cien mil duros*. Al fin dejamos el continente aquella misma tarde y esta satisfacción nos hizo soportables las calmas que nos sobrevinieron en la travesía y que nos detuvieron en la mar cinco días. Arribados a Gravesend** el General escribió al señor Pitt, por mano del señor Turnbull, cuya carta el primero pasó al señor Addington, Ministro a la sazón, y en conformidad de ella obtuvimos licencia para pasar a Londres en *"El cargamento era de Gin (ginevra) y sus derechos montaban a más de 20.000 libras esterlinas". **"Abril 21 de 1801".