Son muy apreciables los sentimientos que Vd. me manifiesta, por su oficio que acabo de recibir, en favor de la humanidad. De ellos estoy yo igualmente poseído y me ofrezco gustoso á contribuir al remedio de los males que experimenta actualmente este pueblo, con todo cuanto esté a mi alcance, no sólo como director general de las Rentas del Estado, sino también como hombre particular, y sería para mi una gloria, el momento en que los honrados habitantes de este pueblo se acerquen á mi con confianza á manifestarme los medios que hayan arbitrado para el socorro de la humanidad, sobre cuyo principio puede Vd. discurrir y proponer cuanto crea conducente al logro de un objeto tan interesante.
Dios guarde á Vd. muchos años.
Caracas, 7 de julio de 1812.—Año 2° de la República.
A. F. de León.