Documentos 1811-1816

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(Reservada) Caracas, 26 de mayo de 1812. Venerado jefe: No dudo un momento que Vd. Estará bien al cabo del estado de nuestro ramo militar, pues con solo ver que ha tenido que organizarlo en el mismo teatro de las operaciones está dicho todo, y si fuera á hacer mención de los escollos que he tenido que superar para poner tropas en marcha, sería entrar en una digresión muy extensa y excusada viendo la forma monstruosa de un Estado militar entregado á cuatro sectarios del triste mecanismo español. Yo no puedo conformarse en ver que cuatro ineptos nos hayan conducido á los bordes de nuestro total exterminio y que paguemos todos sus desaciertos y ensordecimiento á la voz de la razón; pero aunque veo la aurora de una regeneración militar creo que la refracción no llega á este horizonte y que los funcionarios que por acá la han de hacer son bien poco á propósito. Veo de secretario de estado y guerra en el gobierno de la Unión á un tal Muñoz, y en el de Caracas á la cabeza de este último ramo á un tal Ramón García, subteniente de milicias el 19 de abril, y célebre mozo para proporcionarse un trabajo que lo aleje de sus funciones militares y todo aquello en que pueda tener que ver con las balas: hacedme, mi general, la gracia de no confundir estas reflexiones ó desahogos de un ciudadano interesado en la suerte de su país, con el lenguaje del chisme, pero no puedo menos de repetir lo que he dicho muchas veces, que esta especie de gobierno no es capaz de salvar ningún país, pues veo que sus pasos en las circunstancias más críticas, siguen el compáz acostumbrado. Nuestro armamento es en corto número y no muy bueno: hasta ahora no ha habido un hombre en el ministerio de guerra capaz de hacer venir fusiles, establecer una academia militar, una construcción de monturas, vestuario, ni nada de aquello que puede hacer respetar nuestras tropas, y en fin, me ocurre tanto en esta materia que sólo me tranquilizo cuando veo á un general á la cabeza de los negocios y en el convencimiento que no perderá un momento en hacer lo que nos convenga. Hablando con Delpech sobre la venida de las armas y no muy aparentes medios de este gobierno para hacerlas venir, me ha hecho algunas demostraciones que me han convencido de que nos las podría proporcionar. Yo os suplico, mi general, que le oigáis en esta importante materia, y teniendo presente por un instante mi integridad, conozcáis que esta no es una recomendación á favor de un amigo con el objeto de proporcionarle una negociación, sino los deseos de ver su país bien montado y respetado. Vuestro seguro servidor y subdito: P. Carabaño. P. D.— Por encargo de la Cámara me puse á trabajar un proyecto de reforma militar; lo remitiré á su tiempo.