Acaba de suceder la ocurrencia más extraordinaria, y quizá nunca vista en ningún ejército.
El capitán Grosira, que cubría la altura inmediata a este pueblo, ha desaparecido en esta noche con toda la guarnición y petrechos, dejando clavado el cañón. Solo me quedan 200 hombres y rodeado de los mayores peligros.
Permanecer en esta posición es lo mismo que poner en manos del enemigo el triste residuo de gente y municiones que me queda.
Creo que no hay otro recurso que repasar el Ocumare á proporcionar mi reunión con Mesa.
En fin, creo que se resolverá lo más conveniente en tan crítico caso.
Dios guarde á Vd.
San Casimiro, julio 2 de 1812.
F. Carabaño.