Documentos 1811-1816

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Ya dije á V. E. en mis anteriores oficios que en la noche que llegue aquí encontré todavía en pié la jerga de Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Saliéronme al encuentro varios representantes y con admiración les dije: Todavía hay debates? Aun se pierde el tiempo con el enemigo á 18 leguas? Considero que podían Vds. ser más útiles en varios departamentos del ejército, contribuyendo á la defensa de la libertad. Se me aseguró poco después por otro de los que enredan que habían quedado llenos de confusión; cual decía: "Castillo para llevarnos presos", cual "este hombre viene en comisión", y cual se adelantaba expresando, "Castillo, que con tanto deseo se esperaba, no viene así no más". Mi conducta fue misteriosa, creció el miedo y cada uno está metido en su casa. De modo que á pocos momentos oí la disputa en secretaría entre dos de sus oficiales, sobre si debía ponerse en un sobre-escrito H. R. puesto que estaban ya disueltos los Poderes, alegando el otro que era sólo receso. Pasé después á que se asegurasen los godos. El gobierno distribuyó sus comisiones entre Lino, Torres, Landaeta y otros varios, se pusieron todos en una casa, y están ya encadenados, comenzando por los Echezurias. A Medranda se le puso una cadena que le tocó con Franco, y después de tres días de encierro alegó todos sus servicios y buen patriotismo; hoy se ha puesto en libertad y le he dicho que su prisión era por revolucionario, y que marchase al ejército. Pasaba yo con el señor Cortés á ejecutar el encargo de V. E., más por desgracia nos hallamos á la hora aviada con una contestación de Casas, que dice no había en la Guaira ni lugar donde poner á nadie, ni guarnición con que custodiarle, y lo que es más que tenía orden de V. E. para no arrestar á tales y cuales» sino por el contrario sólo á los sospechosos. Ya para este tiempo algo se traslucía, porque este es un gobierno diáfano, metido entre lienzos y en el que no aparece aquel aspecto de seriedad aun en los últimos escribientes, tan indispensables en tiempo en que todo lo decide la pólvora y el plomo, por estar viciados en dos años de confusión. Yo no duermo pensando, y aseguro que nadie dará con la certidumbre de la cosa porque en vela de noche, ya me dirijo aquí, ya al otro lado y á costa de mortificaciones todos quedarán confundidos, sin saber cual es el designio. El de V. E. ahora con respecto á los auxilios que debía yo dar ha tenido efecto por mi parte más no estando, co¬mo he dicho las cosas en la Guaira bien dispuestas, no se ha realizado. V. E. sabe muy bien que el buen político asegura el suceso de sus operaciones, porque una meditada penetración se las hace encadenar de modo que las más pendan de las otras. La elección de las personas, que mutuamente deben cooperar es todo en el negocio, ó tiene la mayor parte de su resultado. Soy un soldado, no sé más que obedecer; si se me manda hacer cualquier cosa ó muero ó la ejecuto. Por ahora he determinado detenerme, dar parte á V. E. y esperar su contestación, asegurando que desespero por ella y que sólo verbalmente podremos informar de todo lo que hemos observado el señor canónigo y yo. Caracas esta en perfecta sujeción, el enemigo del sistema tiembla y sólo faltan algunos ejemplares, y una fuerza igual á esta» pero más adelantada en disciplina; Ribas ha trabajado hasta enfermarse, pero se necesita continuar. La libertad de los esclavos promulgada por el bando ha electrizado á los pardos, abatido á los godos, disgustado á los mantuanos, y ha sido un contrafuego para la revolución de los valles de Capaya, donde seguramente estaría la cosa en diferente estado, si otro oficial de viveza hubiera marchado en lugar de Clemente. Con el pretexto de que hay Cumbes, de que están españoles á la cabeza de ellos, quieren hacerle fuego, sin considerar que nuestras medidas deben ser correspondientes á las ideas del bando. Marcha hoy el Licdo. Sanz y á todos no he dado otras instrucciones que las siguientes: amparar la libertad, perseguir al que se oponga á la de Venezuela, porque renuncia la individual ó propia, hacer conocer que inmediatamente se alisten son libres y establecer el orden y tranquilidad. Los hacendados han querido ocultar á sus esclavos estas cosas, pero todo se compone con la inteligencia. Espero las ordenes de V. E. sin embargo, que aun no se si han llegado á sus manos mis anteriores. Dios guarde á V. E. muchos años. Caracas, 5 de julio de 1812. Juan Paz del Castillo.