Caracas, 24 de junio de 1822.
Muy estimado señor mío de mi mayor aprecio: Con motivo de haber estado ayer en Tacagua á una confesión,más adelante de nuestra Catia, me impuso un vecino de allí que desde Carayaca, costa de la mar. sale una pica que va á salir á la Victoria, á Turmero y á Maracay y otros á Macarao arriba, que enfrente á las Lagunetas esta un potrero que llaman el Arao y es donde se puede cortar ó impedir el paso, tanto para esos valles, como para esta ciudad. Este potrero era del Padre D. Antonio Blanco Uribe y en el día puede ser de D. José María Blanco Uribe.
En el tiempo del Congreso se formó una compañía de á caballo para ir á reconocer esas picas, y caminos antiguos de los Bodegueros, con el fin de taparlas, según se dijo entonces; el que bacía cabeza en esta compañía es el isleño dueño de la casa de Galipán, en la que Vd. estuvo y de donde vio las playas de Macuto. Vd. se acordará que D. Francisco le dijo hablando sobre esta compañía, que esta diligencia la tenía por sospechosa. Todo esto me parece deberlo comunicar á Vd. para que de estas noticias haga el uso que tenga por conveniente.
Anterior, me parece, le tenemos manifestado que no nos ha parecido bien el que se remita aquí tantos prisioneros, con especialidad europeos, porque se están huyendo, y algunos de los que Vd. mandó desterrado de nuestro ejército están en la sabana de Ocumare, y como no tenemos tropa pueden los godos reunirse y darnos un mal rato, porque á ninguno de estos se sacan para el ejército, sino á algún infeliz de ellos.
Deseo que Vd. se mantenga con entera salud y mande á su siempre affmo:
S. S. Q. B. S. M.
José Manuel Martel.
P. D.— Reciba Vd. expresiones de D. Patricio, D. Francisco y demás familia, y se las dá á nuestro canónigo que ya le consideramos en su compañía.
P. D.— Por lo que pueda importar haga Vd. presente que he sabido se trata de reunir el Congreso; desde luego esta es una intriga, y me temo que tenga mucha parte en ella Ramírez, como la ha tenido en la oposición al recibimiento de Quero, y publicación de la ley marcial, según nos han informado.
Hemos tenido la mayor complacencia en haber hablado con varios de los soldados que han venido enfermos, que no saben como ponderarlo, la serenidad y semblante risueño que mostraba en medio del ataque de Victoria; que están desesperados por volverse para el ejército, y creo que algunos no esperan á estar enteramente buenos. El dador de esta es Nicolás del Barrio- practicante del hospital de ese ejército, á quien tengo recomendado á Vd.
D. Patricio queda hecho cargo de la recomendación de Molini que Vd. Sabrá, y que la Morena murió.