Caracas, junio 25 de 1812.
Mi general: ayer marchó para ese ejército el ciudadano Rafael Pereyra á servir de aventurero á sus expensas, cuando otros vilmente desertan é infamemente huyen dando un mal ejemplo funestísimo y esparciendo falsas noticias para colorear su fuga con que intimidan y desalientan los pueblos por donde transitan. Ayer tuve un propio del comandante militar de Capaya, costa de Barlovento, qué me pregunta que hará para contener la emigración; que por allí han pasado Fernando y Diego Foro; tres Monserrates otros muchos asegurando que Vd. está herido; que nuestras tropas fueron batidas; que todo está perdido Manifesté la carta á Joseph Félix y éste con la actividad que le caracteriza, despachó luego orden á los comandantes militares para que no permitan el paso sin pasaporte suyo.
Disculpo á Fernando que, en el estado en que se halla, busque un asilo; pero los otros por qué huyen? Dejarse preocupar de noticias vagas, ó es ligereza, ó es un pretexto para huir ó es una malignidad para desanimar los pueblos. Joseph Félix mandó que si aun están los Monserrates en la jurisdicción, los remitan para acá. Esta es una picardía de estos más que cobardes, desafectos al sistema; ó mejor diremos que son desafectos porque son cobardes; y estos antes para nada sirven y por el contrario son muy perjudiciales; es preciso perseguirlos y acabar con ellos.
Estoy, mi general y amigo, sumamente indignado con las noticias que me han dado de que en el ataque del 20 huyeron ó desaparecieron muchos oficiales nuestros, desertándose en bandadas, que se han regado por todas partes regando la voz de que habíamos sido destrozados. Así como en la paz son necesarias la justicia y la clemencia, son en la guerra el premio y el castigo. Sin esto nunca tendremos tropas y somos perdidos. Uno de los que me dicen que huyeron, fue Santineli hasta las Cocuizas. ¡Qué insolencia!
Me aseguran que Mérida marchó ayer para el ejército. Vd. Tiene la fortuna de aprovechar las ocasiones que se le presentan de ejercitar la virtud de la generosidad, desmintiendo á sus enemigos que le pintan rencoroso y vengativo. Ya estos tienen muchas pruebas de lo contrario y yo me complazco de oir referirlas á aquellos mismos que antes creían otra cosa ó estaban dudosos.
En consecuencia yo espero que Vd. Tratará á Mérida de modo que nuestros enemigos se confundan y vean claramente que Vd. No piensa en resentimientos, ni venganza y que sólo aspira á una reconciliación y concordia de todos los ánimos para el bien de la patria, y que todos concurramos á su defensa del modo que nos sea posible.
Delpech aun está aquí aguardando la resolución de Vd. Sobre bandera, que ha consultado al comandante del bergantín Zeloso según me ha dicho.
Días ha que no veo letra de Vd., ni quisiera verla basta que no escriba más allá de la Victoria, marchando contra nuestros enemigos. Mi deseo es, y el de Vd. También será, ponerse al frente de una tropa hecha con que pueda contarse en los lances.
Es de Vd. Siempre:
M. J. Sanz.
Aquí estamos con el gran cuidado del camino que de Carayaca sale á la Victoria, y el que viene de la villa de Cura á esta ciudad, que dicen es transitable hasta con cañones y muy pronto