Caracas, julio 1° de 1812.
Mi amado general: Anoche á las 12 1/2 después de mil trabajos en el camino, pues me vino lloviendo desde San Pedro, llegué á esta ciudad, habiendo dejado en la Laja á nuestro canónigo con Briceño, porque allí supe el movimiento de los valles de Capaya, hacia donde pienso aproximarme para exhortar á aquellos habitantes que me aman y respetan, y que no se habrían movido, si yo hubiese estado. Muchas veces lo propuse en la Cámara y Poder ejecutivo, indicando mis temores de seducción, porque estaban allí Llamosas yVaamonde, cuñados del padre Quintana, y otras tantas me barajaron mi ida. Si estos Poderes se hubiesen puesto en receso oportunamente, yo me habría ido; y en una de mis cartas dije á Vd. La estadía de esos dos hombres en Capaya. El cura es también grande amigo de Quintana.
Yo estoy resuelto á marchar á las cercanías y desde allí escribir mis cartas y dirigirles una proclama en mi nombre, habiéndoles en su lengua, pues los conozco perfectamente á todos; pero quiero ir autorizado para proceder en los casos y ocurriencias según dicten la prudencia y circunstancias. A este fin, si á Vd. Pareciese bien, me dirigirá la orden para que pase á los valles de Capaya, ó sus cercanías, según el estado de las cosas, y que obre como corresponda en la pacificación de aquellas gentes, facultándome del modo que Vd. Crea conveniente. Espero esta orden para marchar, pues creo que podré tener buen suceso ó descubrir la verdadera causa de este mal, que exige remedios muy pronto y eficaces.
Sobre todo lo demás escribe á Vd. Joseph Félix que va desplegando una energía saludable.
Se me pasó prevenir á Vd. Que los borradores quedaron en manos de Rosas, á quien yo mismo los entregué.
También se me olvidó preguntar á Vd. La resolución que había tomado sobre el cirujano Cazado, sobre que había escrito á Vd.
El esa aquí aguardándola, y como Ribas no tiene orden ninguna de Vd. Estamos en suspenso.
Esta escribo á la carrera y memorias á Gual.
Soy siempre suyo
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M. J. Sanz