Caracas, julio 5 de 1812.
Mi general: Acabo de recibir su orden y marcho luego; en el instante habría marchado, pero anoche me han robado mi caballo y ha sido preciso buscar bestia; me dicen que alguno se lo habrá llevado para ese pueblo.
No sé en qué ha consistido la suspensión de las providencias consabidas. Nada sé, ni he asistido á las conferencias.
Dios quiera que tenga mi comisión el efecto que deseo y espero.
Suyo siempre:
M. J. Sanz.
P.D.—Abro ésta sólo para decirle que el alma de los negocios es el secreto: aquí no lo hay; por consiguiente todo negocio debe ser desalmado. Ya se trasluce la providencia arzobispal; a pesar de que por lo mismo he guardado carcelería en mi casa, sin salir, ni tratar con nadie; pero hoy me han dado algunos puntos de que me he desentendido.