Señor generalísimo:
Muy señor y dueño mío:
A impulsos del celo que me anima por el honor del Estado eclesiástico, sin desentenderme de lo que exigen las circunstancias del Estado Venezolano, me presente á V. E. intercediendo por los tres sacerdotes doctor Martín González, D. Carlos López y D. Antonio Sánchez, que según estoy informado son conducidos con escolta á ese cuartel general, no sé por qué delincuencias.
Si estas han sido verdaderas, de que por ahora prescindo, alego en su favor la conocida justificación de V. E. y toda su clemencia y acreditada piedad que le tienen constituido en el grado de los héroes, no menos que su propio valor y pericia militar.
Dígnese, pues, V. E. mirar con ojos benignos á esos desgraciados consignándolos á mi disposición para su enmienda y castigo y creyendo que yo tomaré todas las medidas conducentes para que en adelante sean unos sacerdotes ciudadanos completos; lo que me prometo de la notoria bondad de V. E.
Dios guarde á V. E. muchos años.
Caracas, 23 de junio de 1.812.
Excmo. Señor;
B. L. M. de V. E.
Su más atento y seguro capellán.
Narciso, Arzobispo de Caracas.
Excmo señor D. Francisco Miranda.