Guatire, julio 10 de 1812.
Mi general: Después de haber escrito la inclusa hemos tenido la novedad de que Lino ha recibido una carta de Galarraga, hacendado rico del sitio del Limón en los valles de Caucagua, que asegurando tener un ejército de 2,000 hombres, capaces de conquistar á Venezuela, le convida á que se pase con su tropa, según Vd. verá en la carta que remite Lino al comandante de Caracas, y éste comunicará á Vd. conjuntamente con la contestación que piensa darle.
En la carta que escribí á Vd. luego que llegué á este pueblo le digo que en los valles de Capaya, Curiepe, Tacarigua, Mamporal, Cuapo, Riochico, Panaquire. Tapipa y Caucagua, cuando más habrá de cuatro á cinco mil esclavos, de los cuales habrá 500, 600 ó 1,000 de armas, y que con la gente libre que puede juntarse, habrá cuando más un tropel de 2,000 sin disciplina, sin armas, y sin otra ventaja que la situación geográfica; añadiendo á eso que son y serán muchos lo que entran forzados. En la carta de Galarraga verá Vd. asomada por todas partes la superstición y el fanatismo y por consiguiente que esta es la verdadera guerra de la Vendea de Francia: los Padres andan en esta fiesta y sin duda el Quintana ha encendido la llama.
Es necesario poner alguna mayor atención en esto, y atacar á estos facciosos prontamente por aquí, por la costa y por el mar, poniendo algunas lanchas que impidan la introducción de víveres, pues ellos tienen cuantos quieren por mar y de la pesca que hacen en el Higuerote y en la laguna de Tacarigua.
También deben ser atacados por Santa Lucía á caer sobre Aragüita, y si es posible, sería utilísimo que se les atacase por Orituco. Para esto no se necesita de grandes ejércitos, sino de pequeñas partidas, pues los valles mencionados no pueden socorrerse mútuamente con facilidad, y si les cortamos la comunicación como se puede, yendo sucesivamente de unos en otros, todo está hecho, pero creo indispensable impedirles la comunicación por mar.
Si ellos se atreviesen á hacer una irrupción ó invasión hacia Caracas, seguramente estos valles de Guatire, Guarenas y Petare serían desolados y aun la misma ciudad podría ser muy incomodada. Los males deben atajarse en tiempo, porque si esto toma cuerpo, podemos sufrir mucho. Los clérigos tomarán más aliento y el espíritu público acabará de corromperse.
Vd. no desvíe sus ojos de este punto y dé las providencias más saludables y prontas.
Suyo:
M. J. Sanz.
En una palabra, refuerzos prontos y ataque general.