Documentos 1811-1816

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Guaira, 3 de julio de 1812. Mi querido Carlos: No ha habido persuasiva humana que haya conseguido el que la señora de Scott con su familia no volviese á bordo de la fragata que los condujo, asegurando que no volverá á tierra porque no puede vivir en un país donde tiembla. Esta señora estaba bastante atemorizada con el espectáculo de estas ruinas y aunque manifestó el día que vino en tierra sus deseos de volverse á bordo fue disuadida de esta idea luego que se le hizo ver que ya no temblaba, que no había el menor peligro y que en Caracas tenía un alojamiento cómodo y seguro para las presentes circunstancias. Continuó bastante satisfecha habitando las mejores salas de esta factoría y aun hoy debía haberse marchado á Caracas, á cuyo efecto yo había hecho traer muías mansas bien aperadas y algunos hombres de confianza para que llevasen los niños, cuando por desgracia, anoche á la una hizo un trueno que le pareció temblor y fue bastante para echarse á la calle en camisa con toda la familia y pedir que en aquella hora la llevasen á bordo. Nos levantamos todos y por Molini me empeñé en que subiese y que habiendo venido ya las muías subiesen á Caracas. No pudo conseguirse más que el que subiese á vestirse é inmediatamente se fue al muelle y aunque la hice entrar á ver una hermosa casa de madera que tiene la municipalidad, para que se quedase en ella, nada ha querido y con una fuerte agua se ha embarcado á las seis de la mañana diciendo que no vuelve á poner el pié en tierra. El señor Scott me dijo al embarcarse que vendría mañana para marcharse á ver al general; pero aun de esto desconfío porque el tal hombre tiene más miedo que su mujer. Yo le tengo las muías y todo pronto para su viaje y aun Rivas le tiene ya la casa y demás. Molini y Du Caylá deben embarcarse en la fragata "Orpheo"; pero Delpech, porque parece tiene graves inconvenientes para ir á San Tomas, trata de irse en la goleta Erin, á San Bartolomé: este hombre parece debe en las colonias hasta la camisa. Ahora que son las ocho de la mañana tengo embarcados en una balandra inglesa 50,000 tiros de fusil y ochocientos para cañones de 8, 12, 18 y 28 con 100 barriles de harina, cien fanegas de maíz y dos barriles de carne que es todo lo que había en estos almacenes de víveres, pues no hay pescado ni nada más. La balandra dará la vela al entrar la brisa, con Arambarry, que va encargado de ver el modo de introducir estos efectos en Puerto Cabello. Cuando yo vine para La Guaira dejé á Sola en la Victoria, sin haber ido al cuartel general. Después me lo envió Carabaño diciendo que podía hacer uso de él para lo que se ofreciese en esta plaza de su facultad, con tal de que estuviese á la mira de sus operaciones. Así ha sucedido, porque, con motivo de haber arruinado el temblor todas las fortificaciones, se han estado salvando las municiones y artillería y aunque efectivamente hizo una casa de las del día ha sido con el mucho dinero que trajo de Guayana y peones particulares: todo esto lo he indagado yo y respecto á que no cesan los chismes para indisponerme con el general, te estimaré le hagas presente que desde mi entrada en el ejército me atacaron unos pujos que me han continuado y estos días con alguna agua que me ha caído y algunos excesillos que he hecho fuera de mi dieta con motivo de la estada aquí del señor Scott y el comandante de la fragata, estoy tal que ayer no me he levantado de la cama. Las atenciones de esta coman¬dancia se multiplican, á medida que se agrava mi mal y así seré muy satisfecho de que el generalísimo me envíe mi relevo, y yo volveré, aunque sea con el pellejo, á continuar en el ejército. Yo haría mucho en este departamento en cumplimiento del bando sobre esclavos; pero ni tengo un mayor ni un solo oficial en esta guarnición que valga nada. Sin embargo, se está circulando y veremos el fruto que produce. Acaba de venir Mr. Laury de á bordo de la fragata del enviado y me asegura que está resistido enteramente á volver á tierra. Ahora mismo voy á escribirle haciéndole cuantas reflexiones me ocurran. Mr. Laury me dice va á ese cuartel general y les impondrá de todo. Ahora ha llegado un cayuco de Ocumare que dice que el vigía ha hecho señal de que entraban en Puerto Cabello el bergantín Zeloso y la lancha Independencia, siendo así es regular que se haya rendido ó capitulado el castillo. M. M. de las Casas. Sola está ya en San Carlos.