Documentos 1811-1816

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Guaira, 8 de julio de 1812. Mi querido Carlos: Nada sé hasta el día de Puerto Cabello después del parte de Ocumare que trasmití al generalísimo. Ayer se despachó un cayuco con la valija y recomendé de nuevo al comandante Ayala me comunicase inmediatamente las noticias necesarias del estado de aquella plaza. Ahora se va á despachar otra lancha con dinero, y voy á enviar en ella al C. Julián Monfui, para que desde Ocumare me comunique á la mayor brevedad los conocimientos posibles acerca de la situación de aquel puerto, pues aun ignoro si han llegado los víveres y pertrechos que envié en dos buques al cargo de Arambarry, quien debió avisarme su llegada á Ocumare y no lo ha verificado. Reitero la necesidad en que me hallo de un oficial de algún carácter y energía y dos ó tres subalternos de confianza. Igualmente me es indispensable el remplazo de los 300 hombres que he remitido al ejército, pues aun con ellos no está bien guarnecida esta plaza, y espero se me diga si lo verifico de las tropas que deben llegar de un día á otro de Cumaná y Margarita. Allá va Briceño que les contará primores y les hará conocer que en las actuales circunstancias no deben desperdiciar noticia alguna: yo sólo he escrito lo bastante sobre estar provincias. Yo no puedo comprender el laberinto y desorden en que se halla la comandancia general de Caracas, pues no sólo pretende Ribas mandar La Guaira y su departamento sino que se ha propuesto alterar todas mis disposiciones en cuya ejecución tenga la menor intervención habiéndoseme informado que de la compañía de agricultores y otras personas sueltas que he enviado al ejército se han interceptado muchas por empeños y resortes. Además así los oficios como los pasaportes bajo el título de aquella comandancia general vienen autorizados con las firmas de Narciso Blanco, Pepe Paúl, Manuel Díaz Casado y Tomás Santana : todos en la verdad bien despreciables, de quienes he oído ya varias venalidades en la ejecución cuanto á los europeos. Nadie dispensa más en razón á nuestra actual confusión que yo; pero ni creo irremediable este desorden ni puedo ya tolerar que aprovechándose tal vez de la enfermedad de Ribas, se quieran burlar esos ministriles de mis determinaciones, máxime cuando les tengo ya dicho que esta comandancia no depende más que del generalísimo, y que ninguna otra autoridad puede alterar sus resoluciones. Espero, pues, se le haga el debido requerimiento, pues de otro modo se invierte el orden, y se disipa la buena armonía indispensable en la frecuente comunicación de esta y aquella plaza. Por fin ha marchado á Caracas esta mañana el enviado de los Estados Unidos con parte de su familia, y le he visto tan convencido de los chismes que puso en su cabeza Laury que estoy seguro irá al cuartel general y aun tal vez no pensará más en volver al Norte. Se ha presentado ayer tarde Ricaurte en un estado tal de salud que será milagro que escape. Ha salido anoche la falúa con 4 pedreros y 20 fusiles, en solicitud del bote de Curiepe, y al mismo tiempo ha avanzado el destacamento de Naiguatá hasta Chuspa en solicitud de los sospechosos, y del famoso Elzaburu. No ocurre otra cosa por ahora, y adiós. Casas.