Documentos 1811-1816

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Guaira, 9 julio de 1812. Mi querido Carlos: Acaban de llegar á mis manos tus cartas de 6 y 7, á que me propongo contestar. Aun ignoro el estado de Puerto Cabello, y deseoso de saberlo, ha salido ahora en una lancha el C. Julián Monfuy á quien he encargado que desde Ocumare me comunique tan importante aviso, el cual trasmitiré luego á tu conocimiento para el del generalísimo quedando entendido de que de las tropas que deben venir de Margarita he de remitir á aquella plaza trescientos ó más hombres, lo que verificaré igualmente que dejaré en ésta el remplazo de los trescientos que tengo remitidos al ejército, aunque nada me dicen sobre este particular, a pesar de mis invitaciones anteriores, pero, amigo, no puedo ser indiferente á las seguridades de una plaza que está bajo mi responsabilidad y cuya guarnición se halla de plantón desde el momento mismo en que la insurrección de los valles de barlovento exigió de necesidad el apostar cincuenta hombres en Chuspa con el objeto de impedir toda comunicación y que no se diseminase este contagio en la numerosa esclavitud de esa costa. Me es de la mayor importancia no sólo la venida de los oficiales Valdez y López que me anuncias, sino también la de Ronchón ú otro buen oficial de artillería que se haga cargo de este vasto ramo, pues á más de no ser Pirases para el caso, es precisamente el único que pudo ir á Chuspa, y no hay aquí otro que le releve. La goleta que debe conducir al comisionado L. M Martín está recibiendo el lastre actualmente y me prometo que quedando hoy del todo despachada dará esta tarde la vela. Sea, lo primero, que ningún extranjero se me ha presentado solicitando bagajes para trasportarse al ejército y que este deba haber sido un pretexto para cohonestar sus demoras; sea lo segundo que habiéndole llevado los pocos bagajes que había en este puerto las tropas que fueron al ejército y algunas otras personas que habiendo desembarcado urgía fuesen a presentarse al generalísimo, nadie ha cuidado de devolverles a pesar de haberlos reclamado muchas ocasiones del comandante general de Caracas; pero este jefe con motivo de no haberme prestado á reconocerle por tal respecto de este departamento se ha propuesto no llevar la mejor armonía. Ahora mismo acaba de suceder, el que habiendo marchado de esta plaza con destino al ejército en la compañía de agricultores como individuo de ella el C. Luis Ladera no sólo protegió su dispersión, sino que me dice por un oficio que ha determinado se regrese á su casa de este puerto. Sobre este mismo asunto me oficia el coronal Juan Paz del Castillo habiéndome en los mismos términos que Ribas según verás en el adjunto; pero ignorando la autoridad de que está revestido Castillo y desconociendo la otra, insisto en que Ladera pase al cuartel general á presentarse al generalísimo á quien harás presente que este joven es decidido enemigo de nuestro sistema, y que su presencia la creo perjudicial en este pueblo, y mucho más en su hacienda que está situada cerca de Choroní donde en el día se hallan los enemigos. Las cosas de Caracas en nada han mejorado: aquella es una olleta que nadie puede comprenderla: hay diversos comandantes generales, muchos comisionados, queriendo todos mandar á nombre del generalísimo constituyéndole motu proprio conductos regulares para librar cada uno distintas órdenes y mandar lo que les da la gana. El embargo del puerto se cumple tan exactamente como lo quiere la orden que lo ha prevenido no habiendo salido otros buques para colonias que los en comisión, que no han conducido otros pasajeros que los únicamente comisionados. Por consiguiente no ha salido ningún extranjero con licencia, ni saldrá persona alguna sin la expresa del generalísimo. Aprecio el cuidado que ha merecido al general y a ti mismo el estado de mi salud que ya es en mejor estado. El vigía acaba de avisar un bergantín á barlovento, puede ser de Cumaná con tropas, aunque es temprano, según carta que te incluí ayer de Robertson. No ocurre otra novedad por ahora y manda á tu apasionado Casas.