Colombeia

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verá en el caso de amenazar con una tal ejecución, y menos aún de llegar a estos extremos. El pueblo belga tiene el alma muy elevada y suspira desde hace demasiado tiempo por la libertad, como para no recobrar con energía y apresuramiento todos los derechos que la naturaleza ha otorgado a todos los hombres reunidos en sociedad, y cuya sola ignorancia les ha hecho perder el uso. En cuanto a las tropas austríacas, cada uno de los Generales franceses las tratará con humanidad cuando sean prisioneras de guerra; pero si sucede que un cuerpo de ejército o un destacamento pretende resistir en una ciudad o en un castillo, el General le ordenará entregarse en un plazo prescrito, bajo pena de ser pasado a cuchillo; si entra pasado el plazo y en caso de resistencia, ejecutará rigurosamente esta orden. En lo que respecta a los emigrados tomados con las armas en la mano, serán juzgados en las 24 horas, según el Decreto, y castigados con la pena de muerte por el Ejecutor de Justicia de la ciudad más cercana. En Onnain, el 30 de noviembre de 1792, año 1º de la República. El General en Jefe Dumouriez