Así era en la Torre de Babel; pero, entre nosotros, ciudadanos (a pesar de la altísima y muy poderosa dama la Señora "Desorganimanía", y del altísimo y muy poderoso Señor "Monseñor Atravesado"; a pesar, incluso, de todo el oro extranjero que trabaja para desunirnos) esta gran confusión de lenguas durará todo el tiempo que vosotros queráis.
Remedio al mal.
Para hacer cesar esta gran confusión, el secreto es muy sencillo:
Ordenad soberanamente que en adelante, en todo lugar, únicamente los malos cuidados se ocuparán de las personas: pronto veréis, hasta en las plazas públicas, todos los buenos ocuparse únicamente de las cosas.
Ordenad, también soberanamente, que el pro y el contra sean escuchados: proscribid con severidad toda intolerancia de opiniones, toda denuncia vaga y sin firma; todo espíritu de dominación, de querella, de injuria, de persecución, en fin, todo perturbador.
Y entonces, la gente se explicará sinceramente; los ojos se abrirán; no habrá más tanto: "venid y ved", tanto, "ni visto ni conocido, yo te enredo";
Y entonces, caerá la calumnia, cesarán los prejuicios, se desenmascará la intriga, desaparecerá la mediocridad, la pobreza se ocupará, la maldad se castigará;
Y entonces, la Constitución republicana aparecerá, la moral revivirá, la confianza renacerá, el tímido se tranquilizará, el extranjero volverá y París se recuperará;
Y entonces, la cosa pública prosperará; pues entonces la ley, sí, la ley y solo la ley nos guiara.
Así sea, aleluya... Tal es mi opinión, y firmo con todo riesgo: MathurinPierre Jozeau, devoto Republicano.