dado parte de su arribo a París y de haberse ocultado en aquella capital. Es triste ver unos Ministros, en quienes reposa la seguridad de tantos individuos, mentir de una manera tan descarada. ¿Qué juicio hará el hombre justo de una administración semejante? Yo estoy autorizado a decir que el General Miranda escribió al Ministro Fouché dándole parte de su llegada al otro día de su arribo a París, cuya carta, después de habérmela leído me la entregó suplicándome la pusiera yo mismo, para mayor seguridad, en casa del Ministro, lo que verifiqué inmediatamente entregándola y recomendándola al portero de su casa; y no es creíble que éste la hubiese ocultado sin motivo alguno. Y por lo que hace al otro capítulo de ocultación, es igualmente falso pues yo lo he visto y he salido con él ya a las Tullerías, ya sobre el boulevard, salón de antigüedades, etc., ya a comer en casa de Lanjuinais, Barthélemy y otros; y en fin, paseándose por todas partes y a todas horas sin la menor desconfianza.
Lo cierto es que si hubo algo de parte de la España en esta arrestación, el Cónsul Buonaparte y su ministro tuvieron miedo de comprometerse con la nación luego que observaron la intrepidez con que los amigos del General tomaron su defensa y así se vieron obligados a ponerlo en libertad después de seis días de encierro, pero a condición de que saliese del territorio de la República hasta la paz general.
Esta circunstancia