Colombeia

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no hablamos sino de cosas generales y particularmente del Norte de Europa. Alabamos con Milord San V. la bella situación de Estocolmo y de Cronstadt que parece había visto Lord San Vicente, pagamos el tributo debido a Pedro 1° y a la Gran Catharina. Hicimos justicia al mérito del Almirante Greigh y de Me Kenzy en el Mar Negro, por los trabajos de Sebastopolis, asegurándome Lord S.V. que la marina Rusa en dicho mar estaba en un pie respetable en el día y que tenían allí 14 o 16 navíos de línea. Se hizo también justicia al mérito de Potemkin y a Mordwinov que él me dijo conocía… Y vinimos a nuestra América, asegurándome el mismo que había estado en Cartagena, Portobello y Santa Marta… No sabía que hubiese ningún buen puerto para una Escuadra desde Honduras hasta Trinidad. Y yo entonces le hice ver que Bahía Honda era excelentísimo y también Puerto Cabello, aunque pequeño… Creía que este último no era más que una rada abierta. También se sorprendió mucho de que hubiese mucha y buena harina en Mérida y Trujillo. Creía igualmente que yo fuese nacido en Trujillo, sobre las costas de Honduras y no en Caracas… En fin por el tenor de su conversación me parece éste un hombre raro, liberal, instruido, magnánimo y generoso, amigo de la Libertad y capaz de servir al género humano si estuviese en su poder. Con este motivo le dije: bueno Milord, sépase V. que yo le tenía por un enemigo nuestro y de la razón porque me habían dicho que mis compatriotas, a quienes el pérfido gobierno Español envió encadenados desde Caracas a Cádiz y fueron apresados por la Escuadra Inglesa delante de Cádiz, se habían entregado a los Españoles por Milord San Vicente; y me respondió que no era cierto, ni semejante noticia había llegado a sus oídos. Hablamos también de la salubridad e insalubridad de las costas del Continente y se alegó como reciente la expedición de los Ingleses al Golfo de Nicaragua, sobre lo cual me dijo que el objeto no había sido otro que el de pillar y