la maxime si connue des despotes, et consacré l’ignorance comme la sauvegarde de sa tyrannie. Ce que les Scythes firent jadis à leurs esclaves, l’Espagne n’a pas cessé de la tenter et de l’exécuter chez vous; aujourd’hui encore il est défendu, même aux nobles du pays qui voudraient, en voyageant dans les terres étrangères, s’initier dans les sciences et les arts, de sortir de leur patrie sans avoir obtenu de la Cour une permission spéciale qui est accordée rarement. Aujourd’hui vous êtes encore exclus des principales fonctions publiques: aujourd’hui une rapacité dévorante vient absorber la plus grande partie de votre nécessaire, qui est exporté pour enrichir d’avides étrangers; aujourd’hui les ressources de tout genre, puisées dans votre sein, ne sont destinées qu’à river de plus en plus les fers, à resserrer les chaînes dont vos mains sont chargées; aujourd’hui enfin, vous n’êtes que des serfs méprisés et revêtus de quelques titres qui, pour être brillants, n’en sont pas moins imaginaires. L’Espagne veut bien consentir à dorer vos chaînes, elle ajoute la dérision à la tyrannie.
N’avez-vous pas vu, il y a peu d’années, une sentence inique et barbare proscrire en masse plus de trois cents Jésuites américains, l’honneur et l’ornement de votre patrie, les voiturer au-delà des mers et les faire périr sur
el tan conocido axioma de los déspotas al consagrar la ignorancia para salvaguardar su tiranía. Lo que otrora hicieron los escitas con sus esclavos, la España nunca ha dejado de intentarlo y ejecutarlo con vosotros; todavía hoy en día está prohibido, aun para los nobles del país que quisiesen, viajando por tierras extranjeras, iniciarse en las ciencias y las artes, salir de la Patria sin haber obtenido de la Corte un permiso especial, rara vez otorgado. Hoy en día todavía estáis excluidos de las principales funciones públicas; hoy en día una rapacidad devoradora viene a absorber la mayor parte de vuestro necesario, que es exportada para enriquecer a ávidos extranjeros; hoy en día, todo tipo de recursos sacados de vuestro seno no son destinados sino a remachar aún más los grilletes, apretar aún más las cadenas de las que vuestras manos van cargadas; y hoy en día no sois sino siervos despreciados aunque revestidos de algunos títulos que, por muy brillantes que sean, no dejan de ser imaginarios. La España bien puede dorar vuestras cadenas, lo que hace es agregar el escarnio a la tiranía.
Habéis visto, hace pocos años, que una sentencia inicua y bárbara proscribió masivamente a más de trescientos jesuitas americanos que habían sido el honor y el ornamento de vuestra Patria, los condujo más allá de los mares y los dejó perecer en