Colombeia

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veremos lo que resulta. Ha estado aquí mi Maestro de lengua Griega, el doctor Shirreff que me ha puesto la gramática en las manos, y por cierto que encuentro mucha más facilidad que lo que yo creía. 18 de julio Estudiando mi griego por la mañana. También escribí a Turnbull y he hecho mudar todo mi equipaje al n° 16 Mount Street, Bridge Road, donde pienso mudarme después de mañana. Ya tarde Rutherfurd se fue a High Wycombe para visitar la nueva Academia y ver los jóvenes militares que de allí se pueden sacar para nuestro Estado o Plana mayor, etc. 19 de julio En casa estudiando mi griego que me da un gusto infinito; también con la inquietud de que no me roben el Equipaje y Papeles que envié al nuevo alojamiento, he hecho que el criado vaya a dormir allí para estar más tranquilo. A eso de las 9 y media de la noche llegó Rutherfurd de la Academia que hemos dicho y me asegura que podemos encontrar allí hasta 6 personas útiles y nada más; pero que le había ocurrido la idea de sacar de las Guardias hasta una docena de Sargentos y Cabos de Escuadra, que serían bien útiles para la formación allá de las Tropas Americanas; cuya idea me parece muy bien y yo daría siempre la preferencia a estos para lo que es trabajo y llevar a ejecución el mecanismo de la empresa. Después de haber refrescándose con un buen vaso de vino, comenzó a contarme lo que se había estado atando antes de ayer en casa de Sullivan sobre mis asuntos... que estaban embarazados en cómo nombrarme para que tuviese yo el mando de las tropas; si no convendría el darme Comisión o Despacho en su servicio... Yo le dije que esto era un disparate, porque yo ni era otra cosa que un Ciudadano Americano ni debía aparecer allí sino como el Agente de dicho País, a quien traía los otros que había podido encontrar y la ayuda de mi persona para lo que fuese necesario… Prosiguió y me dijo que no se contaba enviar menos en esta ocasión que 3.000 hombres de tropas regladas y un fuerte destacamento para que tomase la Angostura y remontara el Orinoco; que qué me parecía. Muy bien, le dije. ¿Y qué le parece a V. añadió de la idea de llevar aquel famoso mulato de